Quien dice que 20 años no son nada …….

Cuantos años he recorrido, y muchas veces de forma inconsciente, hasta que un día alguien llega y te hace pensar en tus comienzos. Y con un solo recuerdo nos hace pensar en pocos minutos que tan gordo seria nuestro libro, si lo llenáramos de momentos vividos a través del deporte.

El Half Triatlón de Concordia tiene un atractivo especial para mí. Considero a la ciudad y su gente, como mi segundo hogar. Un lugar donde pase mucho tiempo en mis inicios en el triatlón, junto a Soledad y su familia. Entrenando en el mismo lugar donde se realiza la competencia. Por eso que todos los años vuelvo sin importar en qué condiciones me encuentre, siempre pensando en cuanto puedo devolver en agradecimiento a través de mi entrega. Con ese pensamiento, fue que largue una vez más el half, sumándose a mis más de 50 pruebas de la distancia. Y sin pensar que con tan solo 15 días atrás había finalizado un IM.

La competencia me encontró lento, con el cuerpo perezoso, y sin reacción. Sobre todo en el inicio, en los primeros metros de natación, queriendo avanzar, pero sin reacción. Como que alguien me sostenía de los pies vi alejarse a los punteros. Y solo promediando la mitad del nado, que comencé a sentirme mejor. Pero a esa altura ya era tarde, el grupo a dar pelea no quiso esperarme. Solo podía seguir nadando para llegar antes al ciclismo, e intentar ahí recortar algunas colocaciones. Fue así que sucedió. Ya en los primeros km pude alcanzar a un grupo, pasarlos y provocar un quiebre, siguiendo solo con dos más, Cristian Carletto y el Guillo Von Zellheim. Durante la primera vuelta algunos más fueron quedando. De esa manera la competencia quedaba dividida en dos. El grupo de adelante, con Galindez, Marito de Lias y Alejo Badino. Y el perseguidor entre el cual me encontraba. Poco a poco las secuelas del IM se hacían notar, y el cansancio comenzaba a dominar mis pensamientos. Sin embargo buscaba en mi pasado, motivos que me daban la alegría de poder estar en donde me encontraba. El final del ciclismo fue algo lento, pero con ganas de vivir ese momento, de estar ahí, con las personas que alentaban y le daban calor a un triatlón que amaneció con temperaturas muy bajas y fuertes vientos. El pedestrismo me sorprendió. Pensaba que el verdadero dolor del IM Los Cabos, lo sentiría en cada pasada, en todo el recorrido. Pero por lo visto los años me ponen lento, compensado con una más rápida recuperación. Si hacer mi mejor corrida, pude mantener un buen ritmo desde el comienzo y hasta el final, descontando algunos minutos de quien se encontraba por delante, pero sin ser suficiente. Así finalice 6to en la general. Casi, casi subiendo al podio. Con un Marito que crece año a año, y mostrando ser de la nueva generación que llevara a argentina en los próximos podios internacionales, un Alejo Badino que sin conocerlo personalmente, me dejo ver en competencia su capacidad de entrega, su lucha y uno más a tener en cuenta siempre de aquí en adelante. Cristian Carletto, que con su constancia está siempre presente y pellizcando la punta. Y el gran Oscar, que no dejo de admirar su capacidad de mantenerse motivado no solo a cada carrera, diría a cada década que transita dentro del triatlón. Y gran motivador para mantenerme aun compitiendo junto a ellos.

Y si bien quede sexto en la general, ganando lo que fue mi categoría “E”, y la letra E no es de Ezequiel, sino que se refiere al grupo de 40-44 años. Me provoco una sensación extraña, de alegría y de melancolía, de fortaleza pero con debilidades, de caminos recorridos, pero con retrocesos, de caídas que te muestran en lo más alto. Y de que a pesar de no estar en lo más alto, las personas te demuestran que el mejor trofeo es tan grande, que hasta imposible de levantar, y me refiero al cariño ganado por todos.

Abril del 2014 es un mes especial, todos los son, pero este lo es en el recuerdo. Cosa que no soy muy afín, vivir de recuerdos, y si de proyectos. Y fue esta 6ta colocación que me permito pensar en el tiempo. Ganando la categoría tuve la posibilidad de subir al podio con una generación pasada, que sigue en el presente. Pablo Rodriguez y Victor Clivio, dos de los cinco premiados. Cuanta historia entre los dos, que así como con Oscar, el deporte nos mantiene unidos.
Pero no queda solo por ahí el recuerdo de tantos años. León Gustavo, quien finalizo en 3ra colocación, me recordó mis comienzos. Y todo se remonta al 24 de abril de 1994. Fecha que lo alejo por 17 años del deporte de las tres disciplinas. En una fecha puntuable por el Campeonato Provincial, organizada en la laguna de Lobos y por un icono en organización de triatlón, Jorge Leiva lleva a mi ciudad un evento que para muchos era desconocido. Y fue mi caso. Si bien había escuchado sobre el deporte, y entrenaba con algunos practicantes platenses, ya que por esos años me encontraba estudiando en la ciudad de La Plata, no dude en aventurarme con un traje prestado y una bicicleta de “media carrera”, y mis zapas de correr, que para la época ya tenía varios años en la práctica del atletismo.

Fue entonces que hice mi debut en este nuevo deporte, que me dejo entrar, y nunca más pude salir. Atrapante, duro y desafiador. Capas de enajenar nuestros más sinceros sentimientos como si tomara posesión de nosotros. Un deporte de solos que nos une en cada largada, tras un mismo objetivo, pero con diferentes motivos que nos llevan a intentarlo. Deporte que va muy de la mano con gran parte de mi vida. Viajes, amigos, noviazgo y matrimonio. Triunfos y derrotas. Luchas diarias que nos vuelven fuertes, y a su vez nos demuestran nuestras debilidades. Encuentros y partidas. Miles de contactos, que muchos se borran con el tiempo, pero pertenecen en nuestra historia. Encuentros casuales, que un día se volvieron fuertes, capaces de persistir en el tiempo y la distancia. Y lo melancólico de un argentino que no oculta su entusiasmo, su alegría, su energía despertada en cada oportunidad, de vivir momentos que hicieron, hacen y haran parte de su vida.

24 de abril del 2014, a 20 años de mi debut. Sin torta, ni velitas. Pero con el festejo como no podría ser de otra manera. En un triatlón. Con amigos cercanos y otros en el recuerdo. Con un cuerpo más viejo, algo cansado ya. Y a pesar de eso, en cada largada despierta una nueva energía capaz de llevarme a una entrega total. Hoy disfruto de un podio diferente. Uno invisible que está presente siempre que decida competir. Mucho más grande. Tan grande que entran una enorme cantidad de otros atletas. Aquellos que me recuerdan en cada encuentro, que tan gordo seria mi libro vivido a través del deporte.

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